lunes, 27 de julio de 2009

"A COCACHOS APRENDÍ..." (refrito)

Se me viene a la cabeza aquella poesía, tosca, monótona y pegajosa que suelen enseñar en los años iniciales de la escuela primaria: "A cocachos aprendí". El poema citado parece mas un monólogo que un texto lírico; una queja sobre las desventuras de un niño medio rebelde al que le cuesta (en realidad no quiere) involucrarse en la vida escolar. A pesar de que no es un gran poema admiro lo jocoso que es y lo cierto de su letra. Pero también me atrae bastante la analogía que se puede hacer entre el texto del poema y "eso que llamamos amor".
"A cocachos aprendi mi labor de colegial en el colegio fiscal del bario donde nací...". Creo que yo aprendi a cocachos sobre el amor. Aprendí a ser paciente, tolerante y humilde; entendí que no debo esperar grandes cosas ni tener grandes expectativas en el amor porque en realidad no se trata de recibir (es decir, no hay que esperar recibir mucho, solo lo mínimo indispensable). A cocachos comprendí que el amor no es puramente ilusión, magia y fantasía; de vez en cuando (siempre) es realidad, empatía y a veces (sólo a veces) crudeza. En suma, el amor es especial. A veces blanco y a veces negro, a veces plomo o gris y a veces amarillo.
"Tener primaria completa era raro en mi niñez pues nos sentabamos de a tres en una sola carpeta": Oportunidades. A pesar de que parece dificil demostrarlo, se puede amar. Solo hay que aprovechar al máximo cada oportunidad, porque la vida es una sola y ojo que ayer se pasó volando y hoy ya es de noche. Tampoco hay que ser un acosador, obsesivo y meloso, eso cansa a las señoritas. Solo hay que ser uno mismo... y un poquito más; un poquito más considerado, respetuoso, caballero, inteligente, etc.
"Yo creo que la palmeta la inventaron para mí, pues desde la vez que la rompí me apodaron mano de fierro y por ser tan mataperro, a cocachos aprendí" Estoy seguro que todos alguna vez han roto la palmeta, es decir, ¡¡¡Cruzaron la línea, metieron la pata!!! ¡Eso de ser un humano es un problema eh! Tendemos mucho al error y a la equivocación, pero que bueno que también nos gusta reivindicarnos y superar las dificultades. A veces cuando tenemos muchas ganas de superarlas nos pueden tirar arroz, chotearnos en prima; es decir, quitar los ánimos con palabras desalentadoras. La clave está en no desfallecer y ser perseverantes, hacer lo correcto.
En suma, a cocachos aprendí a amar. Aprendí a ser comprensivo cuando se molestan, a tragarme el orgullo para solucionar los problemas, a valorar cada momento alegre y cada triste, a contener la lágrima cuando hablan dolores, a ser perseverante en lo que es correcto y... aprendí que puedo exigir tanto como doy, que me gusta el amor que conforta y trasciende (meloso y perseverante, ese que aprovecha cada segundo), que "yo también me lo merezco" porque el amor no es exclusivamente de uno para otro sino también para el nosotros... y que, como dijeron mis buenos amigos desde hace siete meses y diecinueve días "no cambies por nadie ni por nada, se tu mismo, se quien eres porque eres de lo mejor" (por eso se quiere a los amigos, ¡Porque adulan de lo mas lindo! pero tiene razón).
Victor
* Felipe Jimenez, "PAZ..., POR FAVOR" (Grito a la paz) Óleo en tela, técnica mixta. 48" X 30"